Me queda contaros la primera parte del sabado que no se me ha olvidado: la cita con el cartero para ir al cine.

¿Por dónde empiezo? vaya lio. Se me ocurrió algo para ponerme a la altura del cartero y mi amiga Moni me llevó en coche con tiempo al centro comercial donde estan los cines. Entramos en el super y compré un pedazo de queso de cabrales. Antes contaros que me puse lo mas zarrapastrosa que pude: unos jeans sacados del cesto de la ropa sucia, un jersey tipo saco que llega hasta las rodillas y unas deportivas amarillas antilujuria. Salimos del super y nos fuimos las dos al coche. Y trocito a trocito me fui comiendo el queso de cabrales, sin pan ni nada. Menos mal que me gustan los quesos fuertecillos. No me había duchado ni lavado el pelo, ni siquiera peinado. Tal como me levanto de la cama. Moni iba cogiendo trocitos de queso y untándomelos en el pelo y el jersey "Titi, tienes que atufar". Cuando terminé me dijo "a ver, échame el aliento, pero fuera del coche, que ya todo el coche huele a cabrales". Asi que nos salimos y se lo eché. Dijo que apestaba y nos reimos. Y me fui para la entrada del centro que es donde habia quedado con el cartero.

Y aqui os dire que me senti fatal. El pobre se habia arreglado muchisimo: el pelo engominado todo echado para atras, un bonito pantalón de pata de elefante que debía ser de su padre, color berenjena, un polo blanco y un chaleco pelo de mono que pensé "este me ha visto cara de titiritera". Cara la que se le quedó a él, cuando me vió. Le di dos besos, digo no sea que tenga catarro y no me huela a distancia. Arrugó la nariz e hizo su caracteristico ñchr ñchr, asi que no se si sería por el tufo mio o por su tic. Tiramos para el cine, y la gente se nos quedaba mirando, no se si por nuestras pintas o por nuestros respectivos tufos (esta vez el mío superaba con creces).

Las butacas no eran numeradas e insistió en sentarse en la última fila. Creo que a esas alturas ya se avergonzaba un poquito de mi. El caso es que yo venga a hablarle muy cerquita, dirigiéndole bien mi aliento a su nariz y el tio como si nada, aguantando vela. Era tal mi tufo que nisiquiera me llegaba el de él, el de su aliento. Empieza la peli y yo pensando en la ducha que me iba a tener que pegar cuando llegara a casa antes de la cena con mi ex, cuando me pregunta algo al oído, me vuelvo para echarle otro alientazo cabralesco y zas! se abalanza contra mi boca y me hace una metida de lengua que me quedé tonta. "¿Qué haces?". El pobre no sabía donde meterse "lo siento, es que ese perfume que llevas me tiene loco". Le tuve que explicar que yo solo queria ver la peli tranquilamente, que acababa de salir de una relación que me había dejado tan hecha polvo que no tenía ganas de estar con nadie de momento, y que ademas él se merecía algo mejor porque yo era una auténtica gusana (sí, de las del cabrales). Ya de la peli ni me enteraba. Le escuchaba su tic cada vez más frecuente. Me volví y le dije: ¿nos vamos a tomar algo? y se le iluminó la cara. Así que nos fuimos con nuestros tufos a otra parte. ¿Y sabeís? me estuvo contando anécdotas de su trabajo, de su familia, de sus amigos, y me hizo reir un montón. Tanto, que cuando nos despedimos me di cuenta que no había olido su aliento, ni visto su tic, o puede que sí, pero ya no importaban. Creo que es el comienzo de una bonita amistad.

Hoy dejo este vídeo, que dedico al cartero, aunque él nunca lo sepa: